En primer lugar, el vendedor procederá a repararle el bien. Si una vez reparado el producto sigue persistiendo el mismo problema, podrá exigir la sustitución del producto, salvo que esta opción resulte desproporcionada.
En segundo lugar, el consumidor podrá exigir la rebaja del precio:
- Cuando no fuera posible la reparación o la sustitución.
- Cuando después de reparado el bien, siguiera siendo disconforme con el contrato.
- Si la reparación y/o la sustitución no hubiera podido llevarse a cabo en un plazo razonable y sin inconvenientes para el consumidor.
Por último, el consumidor tiene la posibilidad de resolver el contrato, es decir, que se le reembolse lo pagado.